Hoy aprendo a descubrirme, a saber quién soy. Siempre seré absurda, siempre contradictoria: la hija divertida pero problemática de mis viejos, la hermana canchera, la novia obsesiva, la paqueta superficial, la amiga incondicional, la amante traidora, la virgen santísima, la puta reventada, la bailarina de danza, la perfecta dibujante, la detallista insoportable, la flaca anoréxica, la gorda obesa.
Juego con mis papeles: veo películas incansablemente, sintiendome protagonista en cada una de ellas, me siento sola en el cine.
Juego a sentirme alegre con mis primos, a tener dolor de panza de tanto reírme, a sentirme diva, gorda, triste, miserable, usada, enérgica. A sentirme útil escribiendo, a sentirme inútil cuando me releo, a reírme cuando me decís que te gusta que llore, a maldecirme porque sé que estás enfermo, a odiarme porque me encanta que lo estés. A amarte cuando no te soporto, a odiarte cuando te pareces a mí, a amarme cuando me parezco a vos, a que me cueste respirar cuando te escucho.
Me voy. A eso: a sentir. ¿Quién soy? soy yo. ¿Cómo soy? Verás ¡soy tantas cosas!
Soy útil, fiel, inútil, inteligente, puta, alegre, obsesiva, virgen, hermana, hija, prima, novia, amante, amiga, compañera, confidente, traidora y leal entre otras cosas. Ese es mi modo operativo, así soy: absurda. Me entiendo en mi desorden, en mi incoherencia. Soy todo, depende del día.
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