

¿Nunca sintieron que no tenían ganas de nada? Ni de levantarse, ni de comer, ni de hablar por teléfono, ni de saludar a tu familia, ni de hacer cosas que les den placer. Así me sentía yo. Una faceta mía que estaba profundamente enterrada en lo más oscuro de mi ignorancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario